Volcán de colima

 Introducción

El volcán de Fuego de Colima, (3860 m. sobre el nivel del mar) es un estratovolcán andesítico que forma parte, junto con el Nevado de Colima (4330 msnm.), de un complejo volcánico situado en el Cinturón Neovolcánico Mexicano y cuyas coordenadas geográficas (19º30'44''N y 103º37'02''W) lo sitúan entre los Estados de Colima (municipios de Comala y Cuauhtémoc) y Jalisco (municipios de Tuxpan, Zapotitlán y Tonila.
A lo largo de los últimos 500 años el Volcán de Fuego de Colima ha tenido una frecuencia de actividad de tipo explosivo con un número que supera las 30 erupciones entre las que destacan las de 1585, 1606, 1622, 1690, 1818, 1869, 1890, 1903 y 1913, por citar sólo algunas. Adicionalmente, se debe tener en cuenta la actividad de menor grado, todo lo cual nos demuestra que a lo largo de los últimos siglos este volcán ha incrementado su proceso eruptivo, y la actividad que sigue manteniendo actualmente es el motivo por el cual se deben seguir realizando estudios sobre su peligrosidad y riesgo en el momento de una nueva erupción.
En la actualidad existen, tanto en los estados de Colima y Jalisco, un número de poblaciones vulnerables ante una posible erupción. El depósito de flujos piroclásticos, lluvia de pómez y cenizas y de flujos de lodo o lahares, podrían afectar en primera instancia a las poblaciones de La Yerbabuena, La Becerrera, Barranca del Agua, Rancho El Jabalí, Suchitlán, San Antonio y Rancho la Joya, en el Estado de Colima, además de Juan Barragán, Agostadero, Los Machos, El Borobollón, Durazno, San Marcos, Tonila, Cofradía de Tonila, Causentla, El Fresnal, Atenguillo, Saucillo, El Embudo y El Chayán, en el Estado de Jalisco, y en segundo término a otras poblaciones de ambos estados un poco más alejadas como son Quesería, Ciudad Guzmán, Tuxpan, la ciudad de Colima, Villa de Alvarez, Comala y Cuauhtémoc, por citar algunas.
 
 
Actividad histórica
A lo largo de los últimos 500 años el Volcán de Fuego de Colima ha tenido más de 40 eventos eruptivos de tipo explosivo y efusivo entre las que destacan las de 1585, 1606, 1622, 1690, 1818, 1869, 1872, 1890, 1903, 1913, 1975-76, 1998-99, 2001-2003 y 2005. Adicionalmente, se debe tener en cuenta la actividad de menor grado, todo lo cual nos demuestra que durante  de los últimos 5 siglos este volcán ha incrementado su proceso eruptivo, y la actividad que sigue manteniendo actualmente es el motivo por el cual se deben seguir realizando estudios sobre su peligrosidad y riesgo en el momento de una nueva erupción.
Las manifestaciones evidentes que ha demostrado el Volcán de Fuego de Colima durante sus períodos de actividad, son las erupciones de material magmático expulsado en diferentes formas, presentando además otras manifestaciones pre-eruptivas que nos dan la posibilidad de prever una gran erupción. Una de las recientes, la de 1913, produjo un cráter de aproximadamente 500 metros de profundidad que con el paso de los años se fue llenando lentamente con lava y sobrepasó el nivel de los labios del cráter, formando un domo que obstruía la chimenea principal del volcán, convirtiéndose en un tapón que impedía la salida del material desde el interior. En 1991, un episodio de crecimiento de domo de lava en bloques, generó un colapso parcial del cuerpo del mismo, produciendo derrumbes de material incandescente y lahares posteriores. La erupción de carácter efusivo (1998) nos demostró que la actividad interna del volcán sigue el comportamiento de siglos anteriores en los cuales el ciclo eruptivo termina con un cambio en el estilo de actividad, culminando en una erupción de tipo Subpliniana a Pliniana con la generación de una columna eruptiva mayor a 10 Km. y produciendo lluvia de ceniza en un radio mayor a 30 Km. generando además, flujos piroclásticos por las pendientes hasta en un radio de 15 Km. tal y como ocurrió en 1818 y 1913.
Entre las más recientes explosiones producidas en el volcán de Fuego de Colima tenemos las ocurridas en 1987, la del 21 de julio de 1994, que dejó un cráter en la superficie del domo formado en 1991 y alcanzó un diámetro de 130 metros por 50 metros de profundidad y produjo una ligera lluvia de ceniza hacia el Oeste. El 10 de febrero de 1999 se presentó un nuevo evento explosivo en la cima del volcán, mismo que fue repetido con menor intensidad los días 18 de febrero y 10 de mayo de 1999. El 17 de julio de 1999 tuvo lugar una nueva y violenta explosión que arrojó una gran cantidad de material incandescente por los costados del volcán y levantó una columna de ceniza superior a los 8 Km. Durante los meses de mayo (días 16, 24 y 30) y junio (días 2 y 5) de 2005, ocurrieron 5 de los eventos explosivos más importantes registrados por los sistemas de monitoreo volcánico de la Universidad de Colima.
El evento explosivo del día 5 de junio de 2005, a las 14:20 horas (tiempo local) produjo flujos piroclásticos prácticamente en todo el edificio volcánico y levantó una columna de ceniza superior a los 4 kilómetros desde la cima, la cual fue  llevada por los vientos al sur-sureste del volcán a una velocidad aproximada de 25 Km./hora.
Tomando en consideración la amplitud del registro sísmico, este evento fue 1.2 veces más grande que el del 30 de mayo de 2005 y 3 veces mayor que el del 17 de julio de 1999, lo que lo convierte en el evento explosivo más grande registrado en los cerca de quince años de monitoreo continuo que tiene el volcán.
En la actualidad existen, tanto en los estados de Colima y Jalisco, un número de poblaciones vulnerables ante una posible erupción volcánica. El depósito de flujos piroclásticos, lluvia de pómez y cenizas, así como flujos de lodo o lahares, podrían afectar en primera instancia a las poblaciones de La Yerbabuena, La Becerrera, Barranca del Agua, Rancho El Jabalí, Suchitlán, San Antonio y Rancho la Joya, en el Estado de Colima, además de Juan Barragán, Agostadero, Los Machos, El Borobollón, Durazno, San Marcos, Tonila, Cofradía de Tonila, Causentla, El Fresnal, Atenguillo, Saucillo, El Embudo y El Chayán, en el Estado de Jalisco, y en segundo término a otras poblaciones de ambos estados un poco más alejadas como son Quesería, Ciudad Guzmán, Tuxpan, la ciudad de Colima, Villa de Álvarez, Comala y Cuauhtémoc, por citar algunas.
El monitoreo de la actividad del Volcán de Fuego lo lleva a cabo el personal del Observatorio Vulcanológico de la Universidad de Colima de Colima apoyado por el Sistema Estatal de Protección Civil.
 
 
 
 MARCO TECTÓNICO
La subducción de las placas Cocos y Rivera bajo la Placa Norteamericana desde el plioceno es responsable de la formación del Cinturón Volcánico Transmexicano (CVT), un arco volcánico continental que cruza la parte central de México a lo largo de aproximadamente 1000 km desde el Golfo de California hasta el Golfo de México y que contiene al menos 11 grandes centros volcánicos que han sido activos desde hace unos 20,000 años (ver fig. 1).
El vulcanismo en el CVT está caracterizado por una variedad de edificios volcánicos (estratovolcanes, conos monogenéticos, calderas, domos), estilos de actividad y composición de sus productos, los cuales son generalmente calco-alcalinos.
El complejo volcánico de Colima está localizado en el sector occidental del CVT en el área denominada Bloque de Jalisco, limitado al norte y al este por la triple unión continental de tres zonas de rift caracterizadas por fallas normales y bloques con rotación: el rift o graben Tepic-Zacoalco, el rift de Chapala, y el rift Sayula/norte de Colima; y por el oeste y sur por la trinchera Mesoamericana (ver figura1). La pared oeste del graben de Sayula-norte de Colima muestra un relieve neto de 1,700 m con al menos 700 m de plano de falla expuesto y un relleno sedimentario intra-graben de 1000 m (Allan,1986). El bloque de Jalisco está constituido en su mayor parte por el Batolito de Puerto Vallarta (100-75 M.a., Schaaf et al., 1995) el cual ha experimentado una cantidad substancial de levantamiento desde su emplazamiento (Rosas-Elguera et al., 1996).
La actividad tectónica extensional en estas zonas de rift por al menos 10 ma ha dejado un desplazamiento total de 1.5 a 3.5 km (Allan,1986), la separación del bloque de Jalisco de la Placa Norteamericana (Luhr et al., 1985; Allan, 1986; Allan et al., 1991) y su transferencia hace aproximadamente 14 ma a la placa Pacífico (Luhr et al., 1985; Barrier et al., 1990) posiblemente en un sentido similar al que pasó durante la formación del Golfo de California. No obstante, en el área del graben de Colima, el espesor de la corteza continental es de entre 30 a 46 km, esto no es necesariamente tan delgada como en las regiones adyacentes (Urrutia-Fucugauchi y Molina-Garza, 1992). En el área del bloque Jalisco, la tectónica extensional se encuentra sobreimpuesta a la tectónica compresional causada por la subducción de la Placa Rivera bajo la Placa Norteamericana. Actualmente la región del bloque de Jalisco se localiza al oeste de la zona de interacción de las placas Rivera, Cocos y Norteamericana (ver figura 1). La Placa Rivera es convergente en aproximadamente 2.4 cm/año mientras que en la región del bloque de Jalisco, la parte NW de la placa de Cocos es convergente a una tasa de aproximadamente 4.8 cm/año (Pardo y Suárez, 1995).
La compleja tectónica extensional y compresional de los límites norte y oriental del bloque de Jalisco ha sido responsable por algunos de los mayores sismos registrados en la región de la trinchera Mesoamericana. Aunque la sismicidad relacionada a la subducción de la placa Rivera es baja, al menos 6 terremotos con Ms>7.0 han ocurrido desde 1837, incluido el gran terremoto de Jalisco en 1932 de Ms=8.2, el mayor sismo registrado históricamente en México (Eissler y McNally, 1984; Singh et al., 1985; Pardo y Suárez, 1995). Grandes terremotos relacionados a la subducción de la Placa de Cocos en el área del bloque de Jalisco han ocurrido, incluyendo el sismo de Colima de 1973 (Ms=7.5) el cual causó grandes daños en la ciudad costera de Tecomán, Col, y el terremoto de Manzanillo de Octubre 9 de 1995 que causó grandes daños estructurales por efecto de licuefacción además de pérdidas de vidas (Mw= 7.9, y al menos 48 muertes, Ramírez et al., 1995) y el terremoto de Colima ocurrido el 21 de enero del 2003 a las 20:06:31 hora local que causó 30 personas fallecidas, más de 400 personas con lesiones graves y cerca de 10,000 viviendas resultaron afectadas (Mw 7.8, Ms 7.6 (SSN-UNAM) a  60 km al sur-sur-oeste de Colima, Colima, México.)  (Servicio Sismológico Nacional, 2003). Deformación en la corteza en el bloque Jalisco ha generado también sismicidad histórica; por ejemplo, el sismo de 1568 Mw= 7 (Suárez et al., 1994).
Traducción del Libro-Guía: The Colima Volcanic Complex. IAVCEI General Assembly. Puerto Vallarta-México. Enero 19-24, 1997. Autores: Komorowski, J.C; Navarro, C., et. al;
 
MARCO GEOLÓGICO
El Complejo Volcánico de Colima (CVC) consiste en una cadena, orientada de norte a sur, de tres principales centros volcánicos, el más antiguo y erosionado Volcán Cántaro (2,900 m) al norte, el ahora extinto y gran volcán compuesto Nevado de Colima (4,240 m) al sur del Cántaro, y el activo estratovolcán Volcán de Fuego de Colima (3,860 m) al sur y cercano (~170 km) a la zona de subducción en la Trinchera Mesoamericana. El Nevado de Colima y el Volcán de Fuego forman una cadena de norte a sur de volcanes en pareja con el más reciente vulcanismo concentrado hacia el sur como el Iztaccihuatl y Popocatépetl en la parte central del Cinturón Volcánico Transmexicano (CVT) y el Cofre de Perote y el activo Pico de Orizaba (Citlaltépetl) en el oriente del CVT (ver figura 1). Otros pares de estratovolcanes andesíticos con el más activo localizado cerca a la trinchera han sido descritos en Guatemala por (Newhall et al, 1987), en Chile (Francis et al.,1972) y Japón (Nakamura, 1978).
La migración del vulcanismo a lo largo de estas tres cadenas en el CVT ha servido para mantener un bien definido frente volcánico migratorio al sur a través del cuaternario. (Gill 1981) y otros notan que los frentes volcánicos relacionados con arcos de subducción típicamente yacen a aproximadamente 100 km arriba de la zona de Benioff a pesar del ángulo de subducción, implicando que la generación del magma es disparada por una reacción dependiente de la presión a esa profundidad. Por consiguiente, la migración en dirección a la trinchera del vulcanismo en el CVT puede reflejar un ángulo inclinado en la subducción de las placas Rivera o Cocos, sin embargo no existen evidencias geofísicas que apoyen esta noción.
Las edades K-Ar más válidas de Allan (1984; 1986) indican que el vulcanismo dacítico calco-alcalino asociado con la formación del volcán Cántaro y bocas relacionadas abarcan un período de tiempo desde 1.7 m.a. a 0.6 m.a. Aproximadamente 15 km al sur del Cántaro, el mayor volcán compuesto del área, el Nevado de Colima (300-500 km3) inicia su actividad hace aproximadamente 0.53 Ma (Robin et al., 1987). Varias fases eruptivas formadoras de calderas han sido reconocidas por Robin et al., (1987). Evidencias según Robin et al., (1984, 1990) indican que el Nevado de Colima estuvo activo posiblemente recientemente aproximadamente hace unos 8,000 años. Stoopes y Sheridan (1992) interpretan un voluminoso (22-33 Km3) depósito de avalancha de escombros que ellos fechan por C-14 en aproximadamente 18,500 años y alcanzó la costa del Pacífico originado a partir del colapso lateral del tercer edifício del Nevado (definido en Robin et al., 1984; 1987).
El cono menor (cercano a 12 km3) un volcán compuesto y activo, el Volcán de Fuego de Colima se formó en tiempos del pleistoceno tardío en las pendientes septentrionales del edificio mucho mayor del Nevado de Colima. No existen fechamientos K-Ar publicados para las lavas del Volcán de Fuego, aunque Robin et al., (1987) habla de una edad intuitiva de 50,000 años o menos. Consiste de al menos dos edificios principales, un antiguo edificio Paleo-Fuego que pudo haber tenido una elevación superior a los 4,100 m antes de que colapsara en los últimos 10,000 años para formar una depresión lateral en forma de herradura, dentro de la cual creció un nuevo cono activo a una altura de 3,860 m con pendientes por arriba de los 36-40°. Luhr y Prestegaard (1988) han establecido la edad de este colapso aproximadamente 4,300 años b.p., pero Robin et al. (1987) dan una edad más antigua de alrededor de 9,700 años. Komorowski et al. (1993; 1994; 1996; 1997) sugieren una edad mucho más joven, 2,500 años para el último evento de colapso del edificio y por lo tanto la edad para el presente cono activo. Además, Komorowski (1997) ha interpretado el actual escarpe vertical de colapso lateral conocido como la pared caldérica del playón como el resultado multifásico de colapsos del edificio volcánico.
Finalmente, conos de escoria y lava alcalina de edad Pleistoceno Tardío son muy comunes en las pendientes bajas alrededor de los volcanes Nevado y Cántaro y en el fondo del graben de Colima cerca de Ciudad Guzmán. Ellos son vinculados a una tectónica más extensional (Luhr y Carmichael, 1981). Un modelado geomorfológico de degradación de conos cineríticos en el área de Colima por Hooper (1995) sugiere una edad de 0.250 m.a. para el más antiguo cono cinerítico en el área.
La alta topografía que rodea al este, sur y suroeste del Volcán de Fuego está formada de de rocas jurásicas y principalmente de calizas cretácicas plegadas y localmente afalladas, además de otras rocas sedimentarias marinas (clásticas y de facies evaporíticas), basaltos de arco Cretácicos, e intrusivos granodioríticos a graníticos de edad cretácica a cuaternaria (Pantoja-Alor y Barraza, 1986; Salazar, 1983; Sloan,1989; Smith,1990; Michaud et al., 1989; Quintero, 1995, Rosas-Elguera et al., 1996). La cuenca de Colima fue rellenada con varios cientos de metros de gravas y sedimentos coluviales de edad plio-pleistoceno y volcaniclastos, incluyendo depósitos primarios de avalancha de escombros volcánicos de edad pleistoceno y holoceno del Complejo Volcánico de Colima. Pozos de exploración petrolera perforados por PEMEX cerca de la ciudad de Colima y Tepames (pozos: Colima-1, Tepames-1, y Jalisco-1) cruzaron a través gruesas secuencias (3.5 km) de unidades carbonatadas y volcánicos antiguos antes de finalizar en una secuencia de lavas andesíticas y tobas, probablemente parte de la Formación Tecalitlán del Cretácico (Grajales-Nishimura y López-Infanzón, 1983).
Petrología y geoquímica
En general, las rocas del Complejo Volcánico de Colima son de andesitas básicas calcoalcalinas a andesitas silíceas con presencia de anfiboles. Una tendencia al decremento en contenido de sílice en las lavas eruptadas de norte a sur ha sido documentada en Colima y es correlacionada con una tendencia al incremento en la tasa de erupción (Luhr y Carmichael, 1990b). Los conos de escoria del graben de Colima son basaltos alcalinos de la familia de las basanitas y minettes (Luhr y Carmichael, 1981). Estos dos tipos de vulcanismo, alcalino y calco-alcalino han ocurrido coetáneamente en la región del graben de Colima por al menos 4.6 m.a. Los primeros productos calcoalcalinos en el graben de Colima fueron eruptados hace 10 m.a. (Allan y Carmichael, 1984).
Los productos volcánicos del Cántaro son andesitas silíceas calcoalcalinas y dacitas con un rango en contenido de SiO2 entre un 58 a un 64 wt % (Luhr y Carmichael, 1990 a). Los productos del Nevado de Colima y del Volcán de Fuego son andesitas básicas porfiríticas con presencia de anfíboles a andesitas con un 56 a un 62 wt% de SiO2 (Luhr y Carmichael, 1990 b) con pocas dacitas. Estudios recientes (Luhr 1993) han mostrado que las lavas (estado I) eruptadas antes del último colapso del Volcán de Fuego de Colima son más ricas en sílice que aquellas eruptadas a partir del colapso (lavas estado II) siguiendo un patrón similar de composición de lava en su evolución con el tiempo para las lavas del Nevado de Colima (Luhr, 1993). Las variaciones en la geoquímica de elementos de tierras raras de estas lavas sugieren un cambio en la relativa contribución de los orígenes magmáticos a los magmas eruptados, con un decrecimiento en la contribución de la placa subducida pero con un incremento en aquellos aportados por la cuña del manto posterior al colapso del edificio (Luhr, 1993). La escoria eruptada en tiempos holocénicos por el Volcán de Fuego concurrentes con las lavas de los estados I y II no obstante son en promedio significativamente más básicas en composición (51-59 wt% SiO2) (Luhr, 1993).
Luhr y Carmichael (1990) y Robin et al., (1991) han propuesto diferentes interpretaciones para la ocurrencia de aparentes ciclos petrológicos para el magma eruptado en tiempos históricos. A pesar de sus últimas interpretaciones en términos de ciclos volcánicos, lo que es importante es que la actividad efusiva de domo y flujo de lava está caracterizada por la emisión de andesitas con un promedio de contenido de SiO2 del 61 wt%, mientras que el magma eruptado en violentas erupciones explosivas tales como 1818, 1890 y 1913 son significativamente más básicas con un 58-59 wt % de SiO2. Además, los productos de estas erupciones explosivas a menudo muestran evidencias petrológicas y petrográficas de mezcla y combinación de magmas (Robin et al., 1991) interpretada como evidencia por una entrada y mezcla inicial de nuevo magma máfico dentro de un cuerpo de magma diferenciado a poca profundidad. Robin et al., (1991) modeló la escoria de 1913 como resultado de la mezcla de una andesita ácida (61.5 wt % SiO2) con una andesita de olivino (ca.56 wt % SiO2) en varias tasas. Para estos autores los largos períodos de producción de domos y flujos de lava pudieran corresponder a diferenciación del nuevo cuerpo de magma finalmente primario a emplazarse como un tapón de magma viscoso en el conducto o como un domo en la cima. La composición de los productos eruptados desde el inicio del último ciclo magmático que inició con la extrusión de domo alrededor de 1930 y continuó con mayores extrusiones de flujos de lava en 1961, 1965, 1975-76, 1981, 1991, 1998-99, y las explosiones de 1987, 1994 y 1999-2000 del domo han mostrado un decrecimiento en el contenido de SiO2 en un ca 59 wt%. Luhr y Carmichael (1990) han interpretado esto como un indicador que una erupción explosiva mayor pudiera ser inminente.
Traducción del Libro-Guía: The Colima Volcanic Complex. IAVCEI General Assembly. Puerto Vallarta-México. Enero 19-24, 1997. Autores: Komorowski, J.C; Navarro, C., et. al; 
 
 
DETECCIÓN DE LAHARES

 

Lahar es una palabra de origen indonesio que describe a un flujo de lodo (mud flow) o a un flujo de escombros (debris flow) que se originan en las pendientes de los volcanes cuando capas inestables de cenizas y escombros se saturan de agua y fluyen pendiente abajo por los barrancos y cauces de los ríos que tienen sus cabeceras en las laderas del volcán.
La generación de los lahares puede estar ocasionada por diversos motivos: fusión de glaciares, lluvias torrenciales, escorrentías superficiales, deshielo, rotura de lagos y otros. En el volcán de Colima se deben a lluvias torrenciales.
Tanto los flujos de lodo como los de escombros contienen una concentración alta de roca volcánica que da a estos la fuerza interior necesaria para transportar las rocas más grandes y para ejercer fuerzas de impacto sumamente altas contra los objetos en su camino. Los flujos de escombros son más ricos en bloques y menos cohesivos que los flujos de lodo.
Los lahares pueden ser de cualquier volumen. Algunos pueden ser tan pequeños y fluir a menos de un metro por segundo o pueden ser enormes y fluir a varias decenas de metros por segundo y viajar a más de 100 kilómetros de distancia del volcán. Este tipo de grandes lahares catastróficos son activados por erupciones volcánicas o por los colapsos volcánicos como el que ocurrió el 18 de mayo de 1980, en el Monte St. Helens en los Estados Unidos.

Los lahares pueden ser de cualquier volumen. Algunos pueden ser tan pequeños y fluir a menos de un metro por segundo o pueden ser enormes y fluir a varias decenas de metros por segundo y viajar a más de 100 kilómetros de distancia del volcán. Este tipo de grandes lahares catastróficos son activados por erupciones volcánicas o por los colapsos volcánicos como el que ocurrió el 18 de mayo de 1980, en el Monte St. Helens en los Estados Unidos
Los lahares también se producen como consecuencia de la interacción de los volcanes con los glaciares, como en Islandia donde se los conoce como Jökulhlaups.
Un lahar puede acarrear una gran cantidad de material volcánico, pero se ha comprobado que los lahares no necesariamente se presentan cerca de un volcán, pueden suscitarse donde exista una gran cantidad de material volcánico mezclado con otros materiales como troncos de árbol a muchos kilómetros de distancia del volcán emisor.

El lahar se detiene cuando pierde velocidad por un cambio brusco de pendiente al alcanzar el nivel de base de las zonas llanas sobre las que se levantan los edificios volcánicos. La densidad de un lahar y su temperatura, varían de un episodio a otro. Un  alto número de ciudades, situadas en el entorno de grandes estratovolcanes, se encuentran amenazadas por la formación de lahares como es el caso de algunas poblaciones cercanas al volcán de Fuego de Colima.
Asimismo, los lahares también pueden hacer mucho daño ambiental y económico al cubrir campos fértiles y cubrir casas y edificios. Los árboles, peñascos y otros escombros que recogen los lahares a su paso pueden arrasar con cualquier cosa que esté a nivel del suelo. Los lahares son un peligro volcánico muy importante y cualquier persona atrapada en el paso de uno, está en grave peligro de muerte por severas heridas y por aplastamiento.
En el caso del Volcán de Colima, los lahares se forman a partir de saturación de agua de lluvia de materiales sueltos preexistentes, muchas veces de flujos piroclásticos del tipo de bloques y cenizas, los cuales poseen una gran porosidad y permeabilidad, una vez saturados de agua, estos inician su movimiento como densos flujos de escombros que a la distancia de 5 a 10 km se han transformado en flujos hiperconcentrados muy diluidos (agua con lodo en porcentajes de ~80 – 20% respectivamente).
En el Volcán de Colima se han instalado una serie de pluviometros en las barrancas principales donde se generan lahares con el fin de detectar el nivel de disparo por lluvias torrenciales, en dos años de registro se ha observado que el nivel de disparo es comparable a otros volcanes en el mundo en regiones de alta pluviosodad, como en Japón, Filipinas e Indonesia


El verano lluvioso de 2006 produjo 19 lahares en las barrancas de La Lumbre, Montegrande, San Antonio y la Arena respectivamente. El total de lluvia acumulado en la temporada (Junio-Noviembre) para la estación instalada en las cabeceras del arroyo Montegrande (a 2,600 m.s.n.m) fue de 1,386.8 mm. Con el mes mas lluvioso en Septiembre con 538.6 mm. Para la estación más alta ubicada en un flujo de lava del Volcancito a 3,200 m.s.n.m el total de precipitación fue de 1,353.9 mm. Igualmente con el mes más lluvioso en Septiembre con 505.0 mm.
Con el fin de conocer mejor el régimen pluviométrico en los alrededores del Volcán de Colima, en Junio de 2007 se instaló una tercera estación meteorológica en las márgenes del arroyo La Lumbre a una altura de 1,420 m.s.n.m.
Elaboraron: Carlos Navarro y Mauricio Bretón
 

Fotografías Reciente

Imagen del domo de lava formado en septiembre y octubre del 2016.

Imagen del domo de lava formado en septiembre y octubre del 2016.

 

Flujo de lava bajando hacia el Sur del edificio volcánico en los primeros días de octubre del 2016.

 

Fotografía aérea de un flujo piroclástico bajando hacia el Sur el 11 de Julio del 2015.

Flujo piroclástico bajando hacia el Sur, generado a partir de un flujo de lava, fotografía tomada el 11 de julio del 2015 desde San Marcos, Jalisco.

 

Flujo de lava bajando hacia el Sur y depósitos de flujos piroclástico sobre la barranca de Montegrande.

 

Depósito de flujo piroclástico del 10 y 11 de julio del 2015 sobre la barranca de Montegrande.

 

Anfiteatro formado durante los colapsos de domo del 10 y 11 de julio del 2015. También se observa un flujo de lava bajando hacia el Sur.

 

Depósito del flujo piroclástico de los días 10 y 11 de Julio del 2015 sobre la barranca de Montegrande.